sábado, 30 de noviembre de 2013

Sentada en el escalón le cuelgan las piernecillas de alambre con sus calcetines de hilo blanco bien estiraditos y zapatitos de charol. Todavía no le llegan los pies al suelo, debía ser un escalon muy alto o ella una niña muy pequeña.


Allí se siente bien, la piedra del escalón se conserva siempre fría bajo la sombra de esa parra tan vieja como el. Entre sus manitas un trozo de pan con chocolate, de onzas tan duras que a penas puede partirlas, no se lo acabará nunca por que está más interesada en seguir con la mirada el carrilito de hormigas que tiene ante sí o el vuelo entretenido de las avispas alrededor de los racimos de uva que

De Pan y Chocolate